Este 1º de Mayo de 2019 se nos llena de luchas. Lejos de derogarse las reformas laborales, y a pesar de un avance todavía insatisfactorio en cuanto al salario mínimo, se ha profundizado aún más en la precariedad de las trabajadoras y trabajadores, siendo las primeras especialmente vulnerables por ser víctimas de la mayoría de los puestos temporales.
Sigue siendo un clamor la no aplicación del Convenio 189 de la OIT para las trabajadoras del hogar. El desmantelamiento de los servicios públicos y los exiguos presupuestos destinados a Dependencia –nuestro país vuelve a marcar un máximo histórico, con una tasa de envejecimiento del 120%, y a pesar de lo que eso supone, ni el gobierno central ni los autonómicos desarrollan y aplican esa ley en condiciones–, endurecen aún más la situación de las familias –recordemos que nuestra tasa de pobreza está en torno al 22%–, junto con las bajísimas pensiones (tras dos reformas de vergüenza) y una extrema desigualdad en el reparto de la riqueza que ha supuesto la captura del 40% de toda la riqueza creada por el 1% más rico en el Estado español.
Seguimos hablando de pobreza laboral, de pobreza energética, de feminización de la pobreza, de explotación de migrantes… y mientras, lo que sí tenemos que celebrar es que las calles se llenan de jóvenes que piden proteger el planeta, sabiendo que sus expectativas vitales –y también laborales– pasan por el sostenimiento de la vida. Las calles siguen llenándose de dignidad y de lucha, se llenan de mujeres –y hombres– que exigen igualdad y justicia social, sabiendo que la continuidad de este capitalismo depredador neoliberal, jamás conseguirá satisfacer sus demandas.
Seguimos luchando por las 35 horas de trabajo, por una renta básica, salario mínimo y pensión mínima, que supere los 1.000 euros, por un sistema tributario directo que deje de sostenerse sobre las rentas del trabajo exclusivamente, un combate real del fraude fiscal, y un control público de las grandes empresas que controlan la energía, así como la devolución a las arcas públicas del dinero de rescate a los bancos. Por la transparencia y la calidad democrática que nos falta, por un sistema judicial independiente y la derogación de las leyes que recortan derechos, como la Ley Mordaza.
Seguimos trabajando, junto con el sindicalismo alternativo y los espacios de lucha, como las Marchas de la Dignidad y Caminando; porque el trabajo solidario y organizado de todos los colectivos debe llevarnos al éxito de nuestras demandas.
En un momento político sin grandes mayorías, pero con el auge del discurso de la extrema derecha y su odio al otro –mujeres, colectivos LGTBI, personas migrantes–, ultraconservador, recentralizador y regresivo, este 1º de Mayo las trabajadoras y los trabajadores tenemos que salir a la calle para reclamar una vida digna, una economía para las personas, para el planeta, una apuesta clara por una sociedad diversa e inclusiva, que garantice el cuidado, la igualdad y la justicia social para todas las personas.