El Día Mundial de la Educación Ambiental viene celebrándose todos los años desde que en 1975 setenta países firmaron la “Carta de Belgrado” que define la educación ambiental (no solo en el ámbito educativo formal, sino también en el empresarial, administrativo y social) como una herramienta muy eficaz para comunicar, formar y sensibilizar a la ciudadanía sobre la necesidad de transitar hacia un modelo de desarrollo más sostenible y con mayor justicia social; a la vez que le permite a las personas empoderarse para poder participar como sujetos de derecho en la toma de decisiones en todos aquellos asuntos que puedan afectarles.
Este año además, con la emergencia climática y las consecuencias ambientales, sociales y económicas derivadas de la pandemia mundial que padecemos, la educación ambiental se hace más necesaria que nunca para ayudar a divulgar y concienciar tanto a nivel climático para conseguir una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero, como a nivel social para poder conseguir unas condiciones de vida digna para todas las personas y especialmente para los colectivos más vulnerables. Y por eso el sindicato USTEA ha puesto en marcha un área medioambiental desde la que poder trabajar a nivel interno en la formación, el debate y la búsqueda de alternativas sostenibles que puedan ser divulgadas en sus centros de trabajo tanto por el personal docente como por el resto de funcionariado de las diferentes administraciones, para ayudar a exigir e impulsar entre otras: la puesta en marcha de alternativas de descarbonización de nuestras vidas, la movilidad sostenible, la producción agroecológica, la economía circular y el consumo de cercanía con baja huella de carbono, la transición hacia energías limpias o la conservación de la biodiversidad.
Pero a pesar de todo ello, la educación ambiental es una disciplina banalizada y que en general aún no es tomada en serio, considerándosela en el mejor de los casos como un complemento “interesante” en la educación formal de nuestros niños y niñas, pero para nada una formación que sea necesaria para el personal de las administraciones y del mundo empresarial; que a pesar de ser quienes constantemente toman decisiones medioambientales que afectan a nuestras vidas, rara vez tienen la formación y la sensibilidad que les permita elegir las propuestas más sostenibles y con menos inconvenientes ambientales y sociales.
Por eso desde USTEA entendemos la educación ambiental en su sentido amplio y transversal que debe incluir a todas las edades y estamentos sociales, y que lejos de difundir un mensaje tremendista anime a llevar a cabo de forma gradual y constante los cambios necesarios para evitar el colapso de nuestra sociedad; aunque muchos de ellos sean incómodos. Y ese interés nos hace estar especialmente atentos a cómo se articula y lleva a cabo el “Plan de Acción de Educación Ambiental para la Sostenibilidad” (PAEAS) que se presentó en la reciente Cumbre del Clima COP 25 de Madrid y que el Ministerio de Transición Ecológica ha incluido también en su “Declaración de Emergencia Climática”; y en Andalucía a realizar un seguimiento de la “Ley de Impulso para la Sostenibilidad del Territorio de Andalucía” (LISTA) porque a pesar de recoger interesantes declaraciones y principios ambientales, entra de inmediato en contradicción con el Decreto-Ley 2/2020 de “Mejora y Simplificación de la Regulación para el Fomento de la Actividad Productiva”, que en aras de una pronta recuperación económica post-covid deja sin efecto un buen número de decretos y leyes garantistas de las condiciones ambientales necesarias para cualquier actividad urbanística, de implementación de nuevas infraestructuras o de cambio de uso del suelo entre otras. Por último, también nos preocupa cómo se desarrollará el Plan Andaluz de Acción por el Clima porque aunque en principio prevé que antes de finalizar el año todos los ayuntamientos cuenten con su propio “Plan Municipal de Acción por el Clima y la Energía Sostenible” (PACES), no hay constancia de que exista ningún protocolo ni equipo técnico de asesoramiento que ayude a esos ayuntamientos a elaborar su propio Plan.
No obstante, y al margen de esta actividad en el ámbito sociopolítico, también es prioridad para USTEA que la educación ambiental se incluya en el curriculum docente de todos los niveles educativos de una manera transversal y abordando de forma científica y sistemática todos los retos a los que nos aboca la actual emergencia climática; y en la misma línea que también lo exigen numerosos movimientos pedagógicos, organizaciones ecologistas, colectivos sociales, sindicatos y movimientos como Friday for Future o Profes y Madres por el Clima. Pero a la vez organizando y colaborando con otros colectivos en la preparación de jornadas, charlas, exposiciones y talleres que nos ayuden a trabajar aspectos concretos de las problemáticas ambientales andaluzas y locales, tales como la pérdida de biodiversidad, el avance de la desertización, la presión urbanística sobre nuestras costas y espacios protegidos, la movilidad sostenible, el autoconsumo energético, e incluso dentro de los propios centros educativos para convirtirlos en lugares más eficientes energéticamente y sostenibles en cuanto al consumo de agua o al reciclado de residuos; porque naturalizando nuestras ciudades, pueblos y lugares de trabajo no solo contribuimos a luchar contra el cambio climático, sino que también mejoramos nuestra salud y calidad de vida.
26 de enero de 2021, Día Mundial de la Educación Ambiental
Área de medioambiente de USTEA