La mutilación genital femenina (MGF) comprende todos los procedimientos consistentes en la resección parcial o total de los genitales externos femeninos, así como otras lesiones de los órganos genitales femeninos por motivos no médicos. Los procedimientos de MGF se practican en la mayoría de los casos en la infancia, en algún momento entre la lactancia y la adolescencia, y ocasionalmente en la edad adulta.
En 2016, un artículo de UNICEF cifraba en más de tres millones el número de niñas que corren el riesgo de sufrir MGF y en más de 200 millones la cantidad de mujeres y niñas vivas que habían sido objeto de la MGF. Se sabe que la práctica, tanto tradicional como medicalizada, de este atentado se concentra en al menos 30 países de África, Oriente Medio y Asia.
La MGF es reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas. Refleja una desigualdad entre los sexos muy arraigada, y constituye una forma extrema de discriminación de la mujer. Asimismo, viola los derechos a la salud, la seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometida a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, y el derecho a la vida en los casos en que el procedimiento acaba produciendo la muerte.
El caso de Sudán, un motivo para la esperanza:
En el año 2013 se puso en marcha un programa multisectorial de ayuda al Gobierno del Sudán para poner fin a la mutilación genital femenina en un país en el que casi el 87% de las mujeres se eran sometidas a la MGF, según un informe de las Naciones Unidas de 2014.
La OMS, en colaboración con el Ministerio de Salud, las escuelas de partería, las asociaciones de profesionales sanitarios y los organismos reguladores del Sudán, se imparte formación al para evitar que el personal sanitario practique estas mutilaciones, advirtiendo del daño causado por la mutilación genital femenina. En el año 2018, casi 1000 profesionales habían cursado la formación y más de 2700 médicos sudaneses se habían comprometido a abandonar esta práctica y su medicalización.
Paralelamente, con el objetivo de informar a las niñas de los daños que causa la mutilación genital, en colaboración con el Ministerio de Educación y el Ministerio de Salud, se elaboró material educativo sobre esta práctica que se incorporó a los planes de estudios de las escuelas, a las que acuden más del 70% de las niñas. Gracias a esto, muchas mujeres sudanesas saben a día de hoy que la mutilación genital no es un ritual religioso y que tiene graves efectos negativos en la salud a corto y largo plazo.
En mayo de 2020, el recién dimitido primer ministro sudanés, Abdalá Hamdok, propuso un reforma legal histórica que penalizaba con tres años de prisión y una multa a cualquier persona que practicase cualquier tipo de mutilación genital fememnina dentro de un establecimiento médico o en otro lugar.
Aunque con más lentitud y dificultades de las deseadas, el caso de Sudán demuestra que la cooperación y la presión internacional para mejorar la educación y la salud de las mujeres consiguen cambios sociales, reparan daños causados por nacer mujer, salvan vidas. Por ello, desde la Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical denunciamos, una vez más, cualquier violación de los derechos humanos; pero hoy, 6 de febrero, exigimos que los gobiernos se comprometan a hacer cumplir la ley de tolerancia cero para la mutliación genital femenina.
Si lo deseas, puedes contribuir a la difusión y denuncia contra la MGF compartiendo la campaña “Una parte de mí” . es una campaña cinematográfica que llama a la esperanza a través de tres sobrevivientes a la mutilación genital femenina con el objetivo de difundir la conciencia para ponerle fin.
Más información en:
Organización Mundial de la Salud (OMS)
International Federation of Gynecology and Obstetrics (FIGO)