Otro año más, en el que el día 6 de febrero, hay que recordar la mundo que existen millones de niñas y mujeres que siguen sufriendo violencia y privación de sus derechos humanos, lo que constituye una forma extrema de discriminación hacía la mujer. Sin otra razón que la de querer controlar su sexualidad, les son extirpados parcial o totalmente sus genitales externos.
Según Naciones Unidad (año 2019) UNA DE CADA 20 NIÑAS Y MUJERES HAN SUFRIDO ALGUNA FORMA DE MUTILACIÓN GENITAL, eso se traduce en un total de200 millones de niñas y mujeres. Su práctica se generaliza entre el nacimiento y los 15 años, lo que constituye una transgresión de los derechos de la niña. En muchos casos se utiliza la fuerza para llevar a cabo esta mutilación, que supone un peligro para su salud, dolor y sufrimiento, consecuencias físicas y psicológicas, eliminación y daño de tejidos sanos, y en algunos casos el fallecimiento. Todo esto conlleva el incumplimiento constante de los derechos humanos, a la integridad física e incluso, en algunos casos, como ya se ha comentado, al derecho a la vida.
En África se calcula que cada año 3 millones de niñas y mujeres corren el riesgo de ser mutiladas. Esta práctica se lleva a cabo también en algunos países de Asia, Oriente Medio y, en menor medida, en comunidades de inmigrantes en Europa, Australia, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos.
Más del 90% de las mujeres y las niñas de Guinea y Somalia son sometidas a alguna forma de mutilación o ablación genital.
El razonamiento de los países que practican esta violación de derechos, entre otros, es que preparan a las niñas para la vida adulta y el matrimonio, conservación de la virginidad y fidelidad en el matrimonio y aumentar el placer sexual masculino.
En medio de toda esta barbarie, celebramos que en Sudan se diera el paso, el 22 de abril de 2020, de aprobar una enmienda que convierte la mutilación genital en un delito sancionable (en este país el 86,6% de mujeres y niñas han sido sometidas a esta práctica).
Es nuestro deber como sociedad justa exigir políticas y leyes que protejan el derecho de las niñas y las mujeres a vivir sin sufrir violencia ni discriminación. Se hace más que nunca necesario la elaboración de planes de protección, con el fin de erradicar esta práctica, en todos los países en los que se realiza, que incluyan servicios de salud sexual y reproductiva, asistencia social y jurídica. Por último, pero no por ello menos importante, promover a través de la educación, la eliminación de estas prácticas nocivas para los derechos de las niñas y mujeres.
Estas mujeres silenciadas tienen en las voces de la Secretaría Federal de Géneros e Igualdad: Espacio Feminista de USTEA el grito para decir : ABOLICIÓN DE ESTA PRACTICA PERVERSA QUE DISCRIMINA SIN LIMITE LOS DERECHOS DE LAS NIÑAS Y MUJERES, Y QUE INFRINGE LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS.
Secretaría Federal de Géneros e Igualdad: Espacio Feminista de USTEA
