El 26 de enero se celebra de nuevo el Día Mundial de la Educación Ambiental, instaurado en 1975 para animar a los sistemas educativos a que se impliquen en la creación de conciencia colectiva sobre nuestra interdependencia de la naturaleza; y por tanto sobre la necesidad de que todo desarrollo debe abordarse desde el punto de vista ambiental, ya que las personas como cualquier ser vivo dependemos de los recursos que nos proporciona el medio y por ello debemos usarlo de forma sostenible para legarlo en las mejores condiciones a las futuras generaciones.
Además, la emergencia climática en la que estamos inmersos y las reticencias de nuestras sociedades a revisar el modelo de crecimiento económico ilimitado en el que nos desenvolvemos, (que minimiza las graves repercusiones que tiene tanto para las personas y sus condiciones de vida, como para el medio ambiente), hace más necesario que nunca, que desde el sistema educativo se promueva el desarrollo de nuevos conocimientos, habilidades, valores y actitudes de respeto al planeta, sus ecosistemas y su amplia biodiversidad; algo que ya venimos haciendo desde el “Área Medioambiental” del Sindicato USTEA, proponiendo y ayudando a integrar el concepto de sostenibilidad y lucha contra el cambio climático en los objetivos, contenidos y actividades de nuestras programaciones o animando a incluir en los planes y proyectos de los centros educativos propuestas como “EL Plan Aldea” o los huertos escolares entre otros, y propuestas para hacer más sostenibles nuestras aulas y centros de trabajo identificando mediante eco-auditorías los déficits ambientales que poder mejorar.
Por otro lado, queremos aprovechar esta efemérides para acercar a nuestro alumnado las principales problemáticas ambientales presentes en nuestra tierra, de manera que puedan entender su verdadera magnitud y les ayude a posicionarse frente a las mismas; entre las cuales se encuentra:
– El avance de la desertización incrementado por el aumento de las temperaturas medias y la reducción de las lluvias como consecuencia del cambio climático.
– El cambio de modelo de desarrollo agroalimentario con la generalización de los cultivos de regadío súper intensivos y la proliferación de ganadería industrial en macro granjas porcinas y avícolas.
– La enorme oferta de mega instalaciones fotovoltaicas y eólicas que se proyectan para amplias zonas del interior de la Andalucía vaciada, que entran en colisión con los sistemas de producción y de vida tradicional de multitud de municipios, y que alteran de forma considerable sus ecosistemas, biodiversidad y paisajes.
– La sobreexplotación generalizada de los acuíferos andaluces, que ponen en peligro en muchos lugares el suministro básico para el consumo doméstico, así como el mantenimiento mínimo de los caudales ecológicos en cada cuenca hídrica.
– El mantenimiento de un modelo turístico masivo y estacional, que esquilma los recursos, genera escasa riqueza local y ofrece unos servicios de baja calidad.
– La dejadez y abandono con el que las administraciones tratan a nuestros espacios protegidos, que los hace más vulnerables ante incendios y plagas, o que debido a su progresiva degradación pierden biodiversidad y capacidad de resiliencia ante la situación de emergencia climática a la que nos enfrentamos.
– La progresiva desprotección del suelo rústico (de uso agrícola y ganadero), así como del forestal como consecuencia del constante cambio de uso para convertirlo en industrial o urbanizable.
– La escasa implantación de modelos de movilidad sostenible tanto en los núcleos urbanos (con priorización de la peatonalización, el uso de la bicicleta o el transporte público), como en el resto del territorio en el que hay una deficiente promoción del ferrocarril en los desplazamientos de medio y largo recorrido.
– El reducido compromiso de nuestras administraciones en la implantación de planes de acción climática municipal para la reducción de las emisiones de CO2 y demás gases de efecto invernadero.
– El mantenimiento generalizado de sistemas ineficaces de depuración de aguas residuales y de reciclaje de residuos agrícolas, ganaderos e industriales.
Problemas que en su totalidad o en gran parte afectan a la mayoría de los municipios andaluces, y ante los cuales debemos tomar conciencia como sociedad y como profesionales para tratar de crear las condiciones para que se subsanen; y para ello, nada mejor que aprovechar este Día Mundial de la Educación Ambiental para trabajar sobre estos problemas tal y como nos sugiere “La Carta de Belgrado”, que desde hace 47 años nos recuerda la finalidad de esta celebración.