Memoria histórica: El silencio y el edificio habitable

14 - junio - 2021 Sociopolítico

Decía el señor Felipe Alcaraz el día 20 de noviembre de 2002 en el Congreso de los Diputados “Señor presidente, el silencio es uno de los poderes más fuertes porque parece que nadie lo ejerce. Yo creo que hoy aquí, 20 de noviembre, que conmemoramos también la muerte del señor Franco, un dictador, vamos a hacer entre todos un ejercicio de memoria, de intentar recuperar si no una memoria unánime, que sería importante, sí una memoria respetable para todos, una memoria que nos permita un edificio mucho más habitable.

Dos ideas claves nos llaman del arranque en la defensa de la proposición no de ley sobre memoria histórica que hizo el por entonces representante de Izquierda Unida, señor Alcaraz: el poder del silencio y un edificio mucho más habitable

El poder del silencio. El poder de lo no contado.

Para construir una identidad, y en este caso, la identidad de un país, es necesaria la narración que de él se hace porque con dicha narración se establecen los contornos y el contenido que lo define: hechos, calificativos, intenciones, aspiraciones, reconocimientos, consecuencias, reacciones…. Una narración nunca será exactamente el reflejo de lo ocurrido y, por tanto, cuanto más aproximada a la realidad sea más fácil será conformar una identidad saludable que permita evolucionar y poner los cimientos para un mejor futuro. La ley de Amnistía de 1977 recogía en su artículo 2f la inclusión en la amnistía de “los delitos cometidos por funcionarios y agentes del orden público contra el ejercicio de los derechos de las personas”. Con este artículo se blindó ante la justicia a los asesinos a sueldo del Estado, no solo los que ejercieron durante el periodo de guerra sino después de la misma, cuando ya había un nuevo gobierno establecido que decidió purgar cualquier oposición o germen de oposición sin necesidad siquiera de verificación llegando más allá aún, añadiendo incluso a aquellos que ejercieron una vez muerto el dictador. Es decir, se dio poder al silencio, a un silencio negro, a aquel que no te deja ver quién lo ejerce. O lo que es aún peor, se nos obligó a muchos y muchas a ser quienes ejercíamos el silencio haciéndonos cómplices, por tanto, de su oscura trastienda.

El edificio habitable. Una vez obligados a callar, con la identidad difusa nos disponemos a construir una nueva identidad, la de un país democrático y a la altura de nuestros vecinos europeos. Durante mucho tiempo hemos estado orgullosos y orgullosas por nuestra “modélica transición” y así se nos ha vendido a la propia ciudadanía y al resto de países. Ahora esa afirmación ya no es creída por nadie. Ya todos y todas sabemos que la narración que nos iba a construir, que nos iba a permitir hacer de este país un edificio habitable estaba viciada tanto por el silencio como por su ausencia envenenada. Este es un edificio con los cimientos podridos y por el que circula un hedor, insoportable cuando lo hueles, adormecedor cuando te pasa de largo y adictivo para aquellos que han sabido hacer de él aroma de poder.

En el 2007 se aprobó por fin una ley de Memoria Histórica que ha corrido distinta suerte a lo largo de la geografía como de los gobiernos, llegando a no tener siquiera dotación presupuestaria en el gobierno de Mariano Rajoy.

Con este escenario USTEA-Jaén visita a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica en Manzanares donde se encontraba realizando unos trabajos de exhumación en unas fosas comunes ubicadas en el cementerio de la ciudad. Esta asociación surgió en el año 2000 cuando a raíz de otra exhumación, esta vez en Priaranza del Bierzo, de 13 civiles republicanos asesinados, numerosas personas acudieron pidiendo ayuda para encontrar a sus familiares y en cuyo relato se repetía el patrón de asesinatos extrajudiciales de secuestro, asesinato y desaparición.

Tienen unas 1300 peticiones de búsqueda presentadas ante el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, entre ellas asesinatos cometidos ya bien acabada la guerra, en 1959. 15000 correos electrónicos informando sobre casos o reclamando desaparecidos. Con ellos se han conseguido, entre otras cosas, localizar más de 400 fosas comunes en el país cuyas exhumaciones están permitiendo localizar, individualizar y devolver a sus familiares a los asesinados y asesinadas.

En la visita casi todo sobrecoge, todo impresiona en estas acciones que realizan hombres y mujeres voluntarias que dedican su tiempo a encontrar a estas personas desaparecidas y asesinadas y arrojadas a fosas sin siquiera el resquicio de piedad esperable en quien acaba con la vida de otra persona.

Impresiona cuando escuchas a una mujer que estuvo el día anterior decir que había vuelto porque necesitaba contar a los voluntarios y voluntarias que no había podido dormir, que le arrebataban las sensaciones de todo cuanto había visto allí, las tumbas comunes con una lista enorme de personas asesinadas, represaliados y represaliadas, muchos de ellos, con el nuevo gobierno impuesto ya funcionando, los huesos hacinados y revueltos unos con otros. Impresiona la templanza del hombre de mediana edad que empeñado en encontrar a su abuelo nos relata su búsqueda, lo que lo impulsa, cómo repercutió en su infancia, lo que contaba su abuela, los silencios. Los silencios.

Los silencios que esta asociación está empeñada en hacer sonar haciendo llamamientos para poder recopilar información de las personas que estuvieron entonces y cuyas vidas dejarán en breve de ser y, por tanto, no podrán contar ya, y no nos permitirá a todos los demás seguir intentando construir un edificio habitable.

Desde USTEA creemos que es imprescindible seguir buscando y elaborando la narración límpida que nos defina nítidamente, tan nítidamente que nos permita identificar dónde están nuestras gangrenas, localizarlas, llorarlas y limpiarlas y así depurar los cimientos sobre los que aspiramos sustentar un país realmente libre y germen de un futuro esperanzador para todos y todas.