El 1 de mayo es el día de las y los trabajadores. Los sindicatos jugamos un papel primordial en este día y, aunque en el ámbito sindical la mayoría de centrales sindicales nos definimos como feministas, quisiera analizar desde una perspectiva personal qué hay de verdad y hasta qué punto los estereotipos y estructuras patriarcales siguen atravesando todos los aspectos de nuestras vidas; el ámbito sindical no parece escapar a este estigma.
En nuestras organizaciones entendemos por transversalidad de género la reflexión, análisis y actuaciones en pro de la igualdad entre hombres y mujeres en múltiples aspectos: ámbito laboral, tareas domésticas y de cuidados, ocio y cualquier ámbito de nuestras vidas que se ve afectado por la influencia de los estereotipos patriarcales. Por tanto, es de vital importancia tener un espacio de análisis y debate que en mi sindicato se traduce en la Secretaría de Géneros e Igualdad: Espacio Feminista donde todas las personas de nuestro sindicato tienen cabida, por tanto es un área transversal que atraviesa, o debe atravesar todas las acciones de nuestro trabajo, debe traducirse en los objetivos del mismo e impregnar todas las actividades planteadas.
Si bien en la teoría todo es perfecto, en la práctica está la clave y como dice el refrán: “obras son amores …”. Es apasionante descubrir cómo en la práctica sindical se refleja la sociedad. Un análisis honesto de la práctica en mi día a día como sindicalista muestra cómo los itinerarios que tradicionalmente conducen al poder y al liderazgo se nutren de los estereotipos patriarcales que son ejercidos tanto por hombres como por mujeres y tienen una base eminentemente inconsciente. Por tanto es de manera inconsciente como asumimos que la persona líder o quien ostenta el poder ha de ser excluyente y competitiva, ejercer el poder sobre las demás personas y dominar, bien sea esta mujer u hombre. Según la ONU 1 de cada 4 puestos de dirección en el mundo está desempeñado por mujeres. No mejora la cosa en Europa, los accesos a puestos de responsabilidad, según la UE son del 10% en consejos de administración, y del 32% en gerencia. Lo que llama la atención es que las mujeres líderes suelen tener un perfil de estilo de liderazgo que encaja en los estándares ya mencionados. Estas estructuras permanecen en el tiempo y en las instituciones.
Desde un punto de vista feminista, sin embargo, el motor del liderazgo es el empoderamiento por lo que el poder ha de ser inclusivo (liderazgo colaborativo, cooperativismo), se utiliza el poder para conseguir un objetivo sindical y en aras de la libertad.
Si miramos objetivamente nuestra práctica sindical nos damos cuenta de que aún nos queda un largo camino por recorrer para que los liderazgos feministas calen en nuestras organizaciones, seguimos teniendo un modelo patriarcal y no hacemos un análisis de esta situación. En este caldo de cultivo se reproducen y perpetúan los estereotipos de género, la división sexual del trabajo, la brecha salarial de género (que según Eurostat se sitúa en un 11,9 %), los trabajos de cuello rosa, el techo de cristal, la escalera de cristal, el precipicio de cristal, la metáfora del laberinto, los micromachismos, la agresividad para ostentar el poder, el dilema de la doble atadura, la invisibilización de los trabajos reproductivos y la precariedad laboral, entre otras realidades a las que nos enfrentamos las mujeres en nuestro día a día laboral y por ende en el sindical, que no deja de ser un puesto de trabajo en el que se establecen relaciones personales, es más, según Pastora Filigrana García los intereses de las trabajadoras los deben defender los sindicatos, no deben negociar otros agentes como falsos autónomos. En mi sindicato sectorial el porcentaje es un calco exacto de los estudios de la ONU en el que yo soy la única mujer (1 de cada cuatro, el 25%) que tiene dedicación completa al mismo, a pesar de que en mi sector el 71,9% de las trabajadoras es mujer. Esto se agrava aún más si tenemos en cuenta que la Comisión Europea fijó un 40% como objetivo de cara al 2020 en los consejos de dirección.
A pesar de todas las dificultades derivadas de los estereotipos heredados se hace patente que existe inquietud por el cuidado en este tema. En teoría está asumida la defensa de la igualdad de género y así se refleja con el uso del lenguaje en los comunicados, las jornadas y formaciones que celebramos. No obstante, debido al momento social y político en el que nos encontramos se hace patente que no debemos relajarnos, son malos tiempos para la igualdad, debemos estar atentas y atentos y tanto en nuestras organizaciones sindicales como en la sociedad en general debemos seguir destinando recursos para restaurar la igualdad a través del sindicalismo feminista, pues para que el sindicalismo tenga de verdad una perspectiva de género es condición necesaria, entre otras cosas, reforzar tanto los espacios de formación feminista mixtos como los espacios no mixtos de mujeres en los sindicatos, planteando la formación en feminismo como algo obligatorio para cualquier sindicalista. La perspectiva de género debería orientar la acción sindical y las luchas emprendidas desde el sindicalismo; así como el funcionamiento interno y formas de hacer y participar en los sindicatos. Es algo que se asume en teoría pero en lo que todavía quedan compromisos por asumir.
Manuela Fernández Gómez, Secretaría de Géneros e Igualdad: Espacio Feminista de USTEA en Granada.