Desde USTEA queremos expresar nuestra más firme condena y repulsa ante la matanza perpetrada el pasado Domingo en una discoteca frecuentada por el colectivo LGTB de Orlando (Estados Unidos) en la que murieron 50 personas y fueron heridas más de 30. Este ataque homófobo, llevado a cabo supuestamente por un guarda de seguridad norteamericano, es la expresión más cruel de la sociedad heteropatriarcal en la que vivimos, y que nos marca una supuesta “normalidad” tanto en los comportamientos sociales como en las relaciones personales.
Desde el primer momento, tras conocerse la noticia, los medios de comunicación se han lanzado a repetir las mismas ideas sobre el “lobo solitario” adiestrado y radicalizado en la distancia por ISIS. Sin embargo la propia familia ha afirmado que no existía tal conexión y que el propio asesino se había ofendido al ver a dos hombres besarse unos meses antes en Miami. Por tanto el problema no parecen ser tanto las conexiones con el Estado Islámico (lo que ya, de camino, se utiliza para expandir un discurso islamófobo) sino más bien la ideología homófoba y discriminatoria que nos rodea. Una ideología heteropatriarcal que impone un modelo a seguir y… ¡ay de aquel o aquella que se salga de él!.
En el Estado Español, los delitos de odio asociados a la orientación sexual han crecido casi un 10% desde 2013 y por desgracia parece una tendencia al alza. Las acciones del partido en el gobierno declarándose contra toda unión que no sea la convencional entre hombre y mujer, y las declaraciones de altos mandatarios de la iglesia como el Arzobispo Cañizares contra el feminismo y lo que él denomina “imperio gay”, no hacen sino seguir avivando la llama del fuego de la desigualdad y del odio.
Tanto el machismo como la homofobia son transversales y por desgracia salpican nuestra cultura, yendo desde pequeños detalles o comentarios a los que no damos importancia hasta agresiones físicas. Debemos estar muy despiertas y despiertos para luchar contra estas violencias que, por desgracia, muy a menudo llegan a esta expresión más descarnada traducida en asesinatos de mujeres o de homosexuales. Nuestro quehacer diario debe ser un espacio libre de machismo y de homofobia pues sólo poniendo esa primera piedra, en nuestro día a día, podremos aspirar a ser iguales y a amar en libertad.