En el dossier sobre la OTAN publicado por La Vanguardia en el mes de marzo, se podía contemplar la imagen de una Alianza en plena crisis, obligada a enfrentarse a grandes desafíos tanto internos como externos, más preocupada por el Indo-Pacífico y la competencia con China que por Europa y el Flanco Sur. Unos meses después, el conflicto de Ucrania parece haber sacado a la OTAN de la “muerte cerebral”, según expresión de Macron.
La Cumbre de Madrid, además de recordarnos la dimensión geoestratégica de la OTAN a nivel internacional, nos lleva a reflexionar sobre la situación actual de España, y más concretamente sobre su papel en la preocupante crisis medioambiental.
Todos los ejércitos provocan daños medioambientales: huella de carbono por los combustibles empleados, restos tóxicos durante los conflictos y tras los conflictos, daño directo a biodiversidad y ecosistemas. Sin embargo todo esto parece quedar fuera del control de los estados, y España no es una excepción.
Además de la participación española en numerosos conflictos de la OTAN, nuestra industria militar está al servicio de los intereses de empresas españolas de armamento y de grandes multinacionales altamente contaminantes. Frente a esta realidad, proliferan las operaciones de “greenwashing” que intenta camuflar la verdadera naturaleza de los ejércitos, de las industrias armamentísticas y las de comercio de armas. El Complejo Militar Industrial, aunque consciente de la gran crisis climática, no está preocupado por otra cosa que por el control de los recursos del planeta. Del mismo modo, la OTAN no se preocupa por las migraciones relacionadas con la crisis climática, sino que presenta a los ejércitos como garantes de las fronteras, para convertir a los países del Norte en fortalezas frente a los movimientos migratorios. Por eso la “transición ecológica” que plantean los gobiernos del Norte rico es militarista y colonialista, sin tener en cuenta los límites naturales del planeta.
La OTAN, por tanto, representa lo contrario a los principios de Justicia y Solidaridad. Además, la continua exigencia de aumentar los gastos militares de los países miembros conlleva un enorme coste de oportunidad: todo lo que se deja de invertir en gastos sociales, salud, educación, medioambiente. La Confederación Intersindical se opone al continuo aumento del gasto militar exigido por la OTAN y se suma a las campañas mundiales contra los gastos militares.
Por último, mostramos nuestro rechazo a las bases militares norteamericanas, herencia del franquismo en su intento por salir del aislamiento internacional en los años cincuenta. Nos oponemos a todas las maniobras de la OTAN en campos de tiro donde se daña diversos entornos naturales en distintas comunidades, de Canarias a Andalucía, de Aragón al País Valenciano.
Seguimos repitiendo la expresión emblemática de
OTAN NO, BASES FUERA
Área de Medioambiente de la Confederación Intersindical | 24 de junio de 2022
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