Las elecciones municipales celebradas el 12 de abril de 1931 supusieron un duro varapalo para las candidaturas monárquicas, fracasando rotundamente en la mayoría de núcleos urbanos y triunfando las candidaturas republicanas en 41 capitales de provincia. Fue la respuesta de la ciudadanía a la corrupción borbónica y a la infame dictadura de Primo de Rivera, que había capitulado en enero de 1930 y dejado al país en una situación de degradación, de atraso y de desigualdad muy graves.
La II República llegó un 14 de abril como resultado de la inequívoca voluntad democrática, de progreso, de renovación y de modernización que el pueblo expresó mayoritariamente desde el más amplio espectro ideológico, sin armas ni violencia, pero sí con una firme voluntad pacífica y constructiva de superación. Era el segundo intento histórico de nuestro pueblo por ejercer el poder y el destino de la nación sin tutelas ni autoritarismo ni más dirección que la voluntad democrática expresada en las urnas, tal y como hacían países ya más avanzados del resto de Europa.
Esta II República acometió reformas ambiciosas y necesarias para eliminar el caciquismo, potenciar la educación, armonización de la cuestión regional, secularización, avance en los derechos de las mujeres, mejora de las condiciones laborales y acometer la necesaria reforma agraria. Tuvo en frente a los viejos poderes fácticos que habían llevado a la ruina el país y que se beneficiaban de la monarquía y el sistema caciquil que exprimían y oprimían al pueblo en su propio beneficio.
No tardó en organizarse la reacción de estos mismos poderes, en connivencia con los movimientos nazis y fascistas para montar en 1936, una guerra de exterminio contra la voluntad democrática del pueblo, el cual cogió las armas para impedir la reacción e involución de los golpistas y defender las conquistas en sus derechos y su progresivo avance en sus condiciones materiales.
La persecución, acoso y genocidio perpetrado por los enemigos de la república sembró nuestra tierra con los restos de las vidas robadas por defender el progreso y la democracia de nuestro pueblo. Aún hoy, quienes se beneficiaron en la posterior dictadura y que medraron y mantuvieron sus privilegios a pesar de la Transición, prosperan, influyen en la vida pública y niegan restituir los honores y la dignidad que yacen enterradas en cunetas. Todo esto supone un hito internacional grave: el del paso de una dictadura a la democracia en la que no se barre con las consecuencias negativas de esa misma dictadura, ni se reniega de ella y se acepta la imposición del sistema político legada directamente por el dictador.
Como sindicato preocupado en un sentido muy profundo por las condiciones laborales y de vida del conjunto de la clase trabajadora, observamos las corruptelas e indignidades que cercan a la familia que ostenta la jefatura del estado y a la cual es prácticamente imposible fiscalizar y hacer responder ante la ley de la misma manera y con el mismo rigor al que lo hacemos el conjunto de la ciudadanía. Conocemos las denuncias y condenas que personas ricas y poderosas han sufrido en el entorno de esta misma familia. Contemplamos cómo viven en el lujo y la ostentación en momentos en que el conjunto de las familias trabajadoras ven amenazadas sus condiciones de vida. No somos inconscientes de las connivencias de poderes fácticos de los de siempre con esta monarquía anacrónica que fue el legado de una dictadura cuyo líder confesaba con total franqueza que todo quedaba atado y bien atado.
El desprestigio de medios de comunicación y pseudointelectuales a sueldo, que hacen una intensa, continuada e interesada labor de revisionismo y manipulación histórica sobre este período de libertad y democracia, tiene como único fin que el pueblo no sea consciente de que somos perfectamente capaces de ejercer el poder político desde abajo, con una democracia plena en el que los derechos de la mayoría estén por encima de los privilegios de unos pocos y que plante cara a la corrupción galopante que arrasa un país próspero, rico y lleno de posibilidades como el nuestro.
Por eso USTEA y la Intersindical Andaluza reivindicamos la memoria histórica, la dignidad y el sentido democrático de una República que representa la liberación y la madurez de un pueblo capaz de gobernarse a sí mismo, de prosperar y de avanzar en los derechos, las libertades y la prosperidad.
¡Viva la República y viva el 14 de abril!
